

El 25 de Mayo 1973, Michael Gordon era un chaval tímido y taciturno de 19 años. Ese día, salió a la venta Tubular bells, todo un fenómeno comercial y cultural que superó los 20 millones de copias vendidas y convirtió al joven Mike en uno de los compositores británicos más aclamados mundialmente. El debut de quien para muchos era un genio, fue un trabajo instrumental de 49 minutos y 16 segundos. Mike tocaba la mayor parte de los instrumentos: guitarras eléctrica y acústica, piano de cola y órgano de tubos, carillón, timbal, flauta y, por supuesto, las famosas campanas tubulares.

Con tan solo 17 años, Mike Oldfield empezó a componer Tubular Bells. Era una época en la que el multi-instrumentista "estaba sin un penique y vivía en Tottenham", en un mísero apartamento. Allí, en una cinta de cassette, grabó la demo de su ópera prima. Solitario desde su infancia, llegó a depender en gran medida del alcohol y de los extremadamente dañinos viajes con ácidos, algo que le condujo a décadas de incapacitantes ataques de pánico. "Muchos de mis problemas psicológicos se debían a terribles escenas de sufrimiento de las que fui testigo que tenían que ver con mi madre y con sus trastornos mentales", declaró en Express
Mike Oldfiel vio El Exorcista diez años después de su estreno (en diciembre de 1973). Y eso que las ventas de Tubular bells se dispararon cuando William Friedkin eligió la sección inicial del álbum para la banda sonora de su filme sobre posesión demoniaca. "Cada Halloween siguen poniéndola. Incluso he oído en CNN que soy el padrino de la música de las películas de terror", aseguraba el artista en The Guardian.

Tubular bells se convirtió en el primer lanzamiento de Virgin Records". El co-fundador del sello, Richard Branson, lo recordaba así en The Guardian: "Después de haber montado la primera tienda de discos de Virgin en Londres, reunimos algún dinero y compramos una destartalada casa de campo y la convertimos en un estudio de grabación llamado Manor. Un día, un ingeniero de Manor me llamó y me dijo que había escuchado esa cinta con una increíble demo instrumental de un adolescente llamado Mike Oldfield. Era la música más bella que había escuchado jamás. Enviamos a Mike a Manor durante una semana para que la grabara debidamente".
Oldfield encontró en la música una vía de escape. "Cuando él tenía 14 o 15 años, se encerraba en el desván y componía. Tocaba cada instrumento él mismo. Se expresaba a través de la música. Era un absoluto genio", revelaba Richard Branson (co-fundador de Virgin) en The Guardian.
Oldfield empleó las campanas tubulares por casualidad y por una corazonada. En una entrevista al Daily Mail detallaba: "Me preguntaron qué necesitaba para hacer el álbum. Y les di una lista en la que ponía guitarras, baterías y pianos. Las campanas tubulares no estaban en la lista realmente. Pero cuando llegué al estudio me di cuenta de que habían dejado alguna de la última sesión, y las cogí. Tuve la corazonada de que podrían ser útiles".

El artista Trevor Key fue contratado para encargarse de la hoy icónica portada. El diseñador llegó a la reunión con su portfolio que incluía la imagen de un huevo hervido goteando sangre. Richard Branson quería que el álbum se llamara Breakfast in bed (desayuno en la cama). Pero Oldfield luchó para que no fuera así. Descartó el título y la imagen y consiguió salirse con la suya.
La campana triangular doblada de la portada, está inspirada en la campana tubular que Oldfield tocó en el álbum y que acabó así de dañada. Key diseñó la campana y la fotografió en su estudio. Después añadió la foto del fondo con la playa (tomada en la costa de Sussex). El resultado final impresionó tanto al músico que insistió en que el el título del álbum y su nombre apareciera en letras pequeñas, en un tono naranja pálido, para no distraer del impacto de la imagen. Por su trabajo, Key ganó 100 libras.

"Tubular bells me hizo ganar un millón, pero la factura por impuestos fue de 860.000 libras". Mike Oldfiel pasó de un extremo a otro en muy poco tiempo. "Era tan pobre que, para mi vergüenza, recuerdo que pasé por mi frutería y empujé una patata en mi bolsillo para tener algo que comer", rememoraba en The Telegraph. "Y entonces, cuando salió Tubular Bells, tuve un éxito tan grande que pensé que ya no tendría que preocuparme por el dinero nunca más. Pero con el éxito llegaron un montón de problemas. Los impuestos eran tremendamente altos en los 70, y los royalties, especialmente los que venían de fuera, tardaron años en llegar. Incluso con Tubular bells convertido en un álbum nº 1 en el mundo, tuve que pedir a Virgin que me pagara un sueldo de 25 libras semanales para conseguir vales de comida. Cuando llegó el primer millón, recuerdo que tuve que pagar 860.000 libras en impuestos ¿Te lo puedes creer?".
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