Antonio Vega es autor, entre otras, de "El sitio de mi recreo", "La chica de ayer", "Lucha de gigantes" y "Se dejaba llevar".
A lo largo de los más de 30 años que ha pasado sobre los escenarios, ha 'parido' 18 álbumes, nueve de ellos en solitario. Alcanzó la fama en Nacha Pop, grupo que fundó en 1978 junto a su primo Nacho García Vega.
En su primer álbum en común, 'Nacha Pop', se incluyó "La chica de ayer", considerada la mejor canción del pop español e incluida en su primer disco. El tema, compuesto por Antonio en 1977, mientras hacía la 'mili' en Valencia, se convirtió en un himno de la movida madrileña de los 80 y catapultó a Nacha Pop hasta lo más alto del panorama musical español.
El dúo terminó separándose en 1988, con una serie de conciertos despedida en Madrid en el que se grabó "Nacha Pop 1980-1988".
Tres años después, en 1991, vería la luz el primer disco en solitario de Antonio Vega, "No me iré mañana", considerado por muchos una obra maestra repleta de títulos que mezclan el pop con la canción de autor, como "Se dejaba llevar por ti" o "Tesoros".

Ahodando más en la vida del artista.
Los primeros balbuceos del grupo Nacha Pop, referente musical ineludible en la música española de los años 80, coinciden con el inicio de la relación entre Antonio y Teresa Lloret, una joven del barrio de la Piovera (Hortaleza) en el que también vivía el entonces aprendiz de cantante. Son los años en los que Antonio se aleja del deporte y comienza a coquetear con las drogas "por un estado de éxtasis o euforia", según cuenta él mismo. En 1977 escribe "La chica de ayer" en la playa de Malvarrosa (Valencia), ciudad en la que cumplió el servicio militar con una Medalla al Mérito que correspondía a su destreza como tirador.
Después de tres intentos frustrados en las carreras de Arquitectura, Física y Aeronáutica, el artista volcó todas sus capacidades en la música. Nacha Pop, formado por Antonio, Carlos Brooking, Ñete (batería que sustituye a Jaime Conde) y Nacho García Vega, su primo, empezaba a ser rentable. Influenciados por el pop rock británico de los años 60, compartieron espacio con Los Secretos, de los hermanos Enrique y Álvaro Urquijo, en los locales de General Perón. El suyo era el número 13. Se los rifaron Polydor e Hispavox, dos grandes discográficas del momento, y los jóvenes artistas, aunque aprovecharon la inercia del éxito, se mantuvieron incorruptibles.
Más allá del himno "La chica de ayer", dos hitos jalonaron la trayectoria de Nacha Pop. En 1979 fueron designados para telonear a Siouxsie & The Banshees, un concierto al que la madre de Antonio acudió disfrazada con una peluca y unas gafas de sol para ver con sus propios ojos donde estaba metido su hijo. La sensación fue horrible, según recordó jocosa muchos años después. El otro episodio que abrocha la carrera del grupo fue su participación en un concierto de Los Ramones celebrado en 1986, también como teloneros. En 1989 Nacha Pop se disuelve. Antonio ya estaba enganchado a la heroína, pero consigue retomar su carrera en solitario.
A pesar de la imagen introspectiva que aún proyecta, efectivamente Antonio Vega desprendía magnetismo, era carismático. El propio artista se consideraba "más introvertido que tímido". El mismo que escribiera "Y pasó tanta gente por delante que nadie me vio", un verso de la canción "Esperando nada", se sintió atraído por los focos, le fascinaba el escenario, quiso ser un icono de la música. Todos los colegas del mundo de la música que prestan declaraciones a la obra de Ronda aseguran que fue una figura muy respetada en el panorama nacional, tanto por el público como por sus propios compañeros.

“Tengo sobrecarga de intimidad y utilizo la música para descargarla”. Tal vez sea la frase, pronunciada por el propio Antonio, que mejor define el temperamento de un artista que no concebía la vida desde la mediocridad y no quería oír hablar del suicidio, pese a todo lo especulado. "El sitio de mi recreo" representa todo su universo. Incomprensible por momentos, pero profundamente conmovedora, nos reconforta casi tanto como a él cuando la escribió en “aquel sitio con el que sueñas o te sientes identificado, pero parece no pertenecer al mundo real". Su espacio de recreo era "un sitio que uno busca dentro de sí mismo", según explicó.
En lo que concierne a la creación y a su propia obra, Antonio fue meticuloso y exigente (antes que con nadie, consigo mismo, salvo cuando faltaba a las citas por "indisposición"). Sus letras tenían una ambición poética y existencialista, contienen versos y estrofas que funcionan como reflexiones metafísicas de una tremenda complejidad y recogen sus preocupaciones en torno al cosmos. Sin renunciar jamás a la belleza, nunca fue crucial que fueran sencillas, pero muchas de ellas contienen aquel viejo requisito de las buenas canciones: “algo que nadie sabe lo que es, pero es lo único que importa”.
Descanse en paz
😔