Hola, buenos días a tod@s!
Hace poco leí un artículo que me llamó la atención y que voy a compartirlo con tod@s vosotr@s. No lo voy a poner entero, porque era muy extenso, pero os dejo lo importante.
De récord en récord. De éxito en éxito. Nos estamos acostumbrando en los últimos tiempos a titular de esta manera la cada vez más apuntalada «conquista del Oeste» por parte de la música en español.
Como si fuese la invasión británica en la década de los años 60, el español está protagonizando un desembarco masivo de artistas en el mercado anglosajón –principalmente en el de EE.UU.–, exportando sus raíces más vernáculas, sus ritmos más identitarios y su idioma. Es diferente así a la «invasión» de las bandas británicas en su década prodigiosa, que nutrieron el mercado estadounidense con su propia música, heredada de los viejos bluesmen.
Lejanos quedan aquellos tiempos en los que la realidad de los mercados musicales era la antagónica, con la industria anglosajona copando importantes cuotas de mercado en cualquier lista internacional, exhibiendo dominio y un poderío absoluto del marketing musical.
Debemos entender además que esta paulatina y galopante penetración en un mercado tan ingente como el estadounidense se está produciendo a través de unos géneros musicales no precisamente bien valorados o apoyados por la industria musical dominante hasta hace unos años, como el trap o el reguetón.
Sin embargo, no es la primera vez, ni será posiblemente la última, en la que determinados estilos o movimientos musicales se han visto ignorados en un primer momento por los poderes fácticos de la industria, para, a continuación, ser integrados posteriormente con naturalidad dentro de sus catálogos.

Recordemos los para nada insignificantes casos de la «música racial« (música «primitiva»), el mismísimo rock and roll («música del diablo»), el punk (los «antisistema»), o el rap (los «gánsteres»).El movimiento de cadera de Elvis que, se creía, pervertía a una nación entera.
Todos ellos vieron cómo la industria les daba la espalda en sus orígenes, hasta que las compañías detectaron que su público, su audiencia, en definitiva, sus clientes, adoptaban estos fenómenos como propios.
Esta realidad de la «invasión latina» se ha constatado en la reciente edición de los premios Grammy, la primera celebrada tras el parón por la pandemia de la covid-19, en la que artistas como Bad Bunny y Rosalía han tenido un notorio protagonismo.
Y se asienta con el posicionamiento de Andalucía como sede para la celebración de los Grammy Latinos en 2023, en la que será la primera edición de los premios que se celebre fuera de Estados Unidos.
Me gustaría saber vuestra opinión. Os leo en comentarios
😊