

Esta serie documental se centra en Lou Pearlman, el «inventor» de Backstreet Boys y NSYNC, un empresario controvertido cuyos negocios eran más turbios de lo que parecían
El caso en sí es fascinante. Lou Pearlman, un empresario ligado al mundo de la aeronáutica –su negocio estaba, o parecía estar, ligado al alquiler de aviones a bandas de rock– y a los globos y dirigibles aerostáticos que se usan para publicidad, descubre a partir del éxito de New Kids on the Block, una banda que alquila esas aeronaves, el dinero que se puede hacer con las llamadas boy bands, estos grupos de chicos (cinco generalmente) que cantan y bailan temas compuestos e interpretados por otros. Basado en Orlando, Florida, ciudad a la que van muchos jóvenes con ambiciones artísticas (muchos de ellos terminan ligados a algún tipo de trabajo en Disney), Pearlman decide armar una banda así y lo logra, de un modo mucho más artesanal y casual de como se hace actualmente, reality shows mediante.
Así nacen los Backstreet Boys, que tienen que trajinar varios años y fracasos hasta lograr el éxito comercial en los Estados Unidos. Y el viejo zorro de Pearlman decide crear el también su propia competencia, la Pepsi de su Coca-Cola: los NSYNC, una banda casi idéntica a la anterior (la que generó el único solista famoso de todos, Justin Timberlake) que los iguala y hasta por momentos supera en éxito, todo esto a fines de los ’90 y principios de los 2000. Pero con la fama llegan los inconvenientes: los miembros de los grupos se dan cuenta que firmaron leoninos contratos y que después de años y años de trabajo apenas reciben unos miles de dólares. Esto abre una literal caja de Pandora de extraños negocios en la que las boy bands son apenas una parte colorida.

Con testimonios de algunos de los chicos de las bandas (Howie Dorough y AJ McLean, de Backstreet Boys; y Chris Kirkpatrick, de NSYNC, además de otros de los demás grupos) y muchos otros involucrados en las distintas actividades de Pearlman (varios de los cuales trabajaban para él).
No vale la pena contar mucho más porque parte de la fascinación que tiene la historia es que uno no se imagina, necesariamente, el nivel de engaño que hay por detrás de los negocios de Pearlman. Las víctimas no serán solo los chicos y chicas de las bandas (Pearlman armó muchas más que las dos famosas), sino que de a poco el documental se irá abriendo a un mundo de raros negocios y mentiras que, si fueran parte de una ficción, uno dudaría en creerlas. Involucra negocios de todo tipo (restaurantes, bares, hoteles, emprendimientos varios) y un montón de personajes que terminarán de un lado o del otro de la «gran estafa» a la que se refiere el título.
Y tú, ¿lo has visto ya?
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