
Hablamos de la versión remasterizada del film de 1970 dirigido por Michael Lindsay-Hogg que mostró los momentos finales de la banda.
Let It Be, el legendario documental de los Beatles, volvió a la vida el mes de mayo después de su remasterización y posterior relanzamiento en la plataforma de Disney+. Como era de esperarse, el reestreno de la película se convirtió en un éxito rotundo, cautivando a fanáticos de los Fab Four tanto antiguos como nuevos.
La historia del final de The Beatles está repleta de mitos, malos entendidos y habladurías. Fue al comienzo de la década del 70 que los Fab Four decidieron tomar caminos separados y cerraron una etapa clave para la música popular. El film Let It Be fue testigo de aquel final, un documento amargo del declive de la banda que se metía en la intimidad de los cuatro de Liverpool y mostraba sus facetas más humanas.
Aquella película pareció quedar maldita. Filmada en 1969 mientras The Beatles trabajaba en su álbum Let It Be, muestra cómo se cocinaron clásicos como “Two of Us”, “The Long and Winding Road”, “I’ve Got a Feeling”, “I Me Mine”, entre otros. Bajo la dirección de Michael Lindsay-Hogg, asistimos a los momentos finales de la banda: las disputas compositivas, las luchas de egos, la presencia de Yoko Ono, la soberbia de Paul McCartney y el hartazgo de George Harrison.
Sin embargo, y como pudo verse en la docuserie dirigida por Peter Jackson y realizada con material descartado de la película, hay muchas situaciones y hechos importantes que quedan desdibujados o ni siquiera se mencionan en el documental de Lindsay-Hogg.
Algo que caldeó las sesiones de Let It Be fueron las tensiones que se vivían en la sala de grabación, producto de los egos y las diferencias creativas. Los cuatro miembros de la banda ya habían tenido algunas peleas para ese momento y la mínima diferencia entre ellos desencadenaba una catástrofe.

Estas discusiones afectaron la creatividad, tornando los ensayos en sesiones poco fructíferas, hasta que llegó un salvador: Billy Preston. El distinguido tecladista y sesionista ya conocía a la banda de su época en Hamburgo a principios de los 60 y habían entablado una amistad.
El documental consiste, básicamente, en una recopilación de metrajes sin editar de la banda ensayando y grabando en los estudios de cine de Twickenham, y luego en su propio edificio de Apple Corps. Las canciones que los Beatles ensayaron en el interior, y luego interpretaron en la terraza, más tarde formarían parte del álbum homónimo de 1970.
La realidad es que ensayaron más canciones de las que interpretaron en la azotea de Apple, varias de las cuales luego terminaron en ese disco y otras en Abbey Road. Por ejemplo, “The Long and Winding Road”, “Across the Universe”, “Maxwell’s Silver Hammer”, “Octopus’s Garden” y “Something”.
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